Cómo transitamos lo que nos sucede, cómo gestionamos nuestras emociones, cómo acompañamos a los y las peques, cómo nos vinculamos, todo eso es ejemplo.
El discurso irá acompañando a las acciones.
Siempre nos están mirando y escuchando, aunque no nos demos cuenta están incorporando como aprendizaje todo lo que les rodea.
Si lo que queremos enseñar (por ejemplo que sean respetuosos/as) se da en el discurso pero nuestras acciones van por otro lado, te cuento que ellos y ellas lo perciben. En cambio si crecen en un ambiente donde el respeto está presente lo irán incorporando como algo esperable para los vínculos.
Esto obviamente no quiere decir que tenemos que ser infalibles, que no podemos equivocarnos, pero sí es seguro que ellos y ellas nos lo demostrarán.
Esto no es para generar culpa, nunca, sino para reflexionar que somos la primera «escuela» de vida que tienen.
Yo creo que ahí es donde está el aprendizaje, si somos conscientes de esto, podemos ver que somos el espejo en el que las infancias se reflejan. Padres, madres, adultos y adultas responsables de la crianza y educación somos guía, somos ejemplo, somos referencia. Y si nos equivocamos y nos vamos del eje, siempre podemos volver.
Yo se que no es fácil, que demanda, que requiere de mirarnos, que es aprendizaje contínuo.
La empatía, el respeto, los vínculos saludables, la gestión de las emociones, lo irán interiorizando desde lo que vayan vivenciando en la familia.
¿Te ha pasado de descubrir a tu hijo o hija haciendo cosas que crees nunca haberle enseñado, pero que vos las haces?
¿Que te digan frases similares a las que vos usas?
¿Que te expliquen cosas que vos les explicas?
¿O que sean con otros y otras como ustedes son en casa?