Se trata no solo del estilo en que criamos, sino de la manera en que vivimos como personas y como familia. Donde todos y todas tenemos diferentes roles e iguales derechos.
Cada familia irá encontrando en este camino su manera, buscando conectar con los niños y niñas, reconocerlos en su singularidad, estar atentos a sus necesidades.
Encontrándonos como madres y padres, a los que la crianza nos mueve y que también tenemos deseos y necesidades.
Entiendiendo que cada integrante merece el respeto simplemente por ser, por existir y formar parte.
Por los y las niñas de hoy.
Y porque si queremos que nuestros hijos o hijas sean futuros adultos/as libres y respetuosos/as, hay otra manera de lograrlo que no sea criando hoy niños y niñas libres y respetados/as?
¿Es sencillo? No siempre
¿Es la manera? Desde mi perspectiva sí, no hay otra manera que no sea desde el respeto.
Algunas veces resulta un gran desafío, pensando sobre todo en estilos más tradicionales de crianza (seguramente en la forma en que fuimos criados/as) el romper con esos mandatos e introyectos y conectar con nuestro hijo o hija real, aquí y ahora. El gran desafío de reparar, de mirar, de acompañar, de aprender, de pedir disculpas.
Esta es mi revolución 💫
Porque nos merecemos un mundo con más respeto, más empatía y más amor. Que sea lugar seguro, donde vivir y cultivar vínculos saludables.