A mi también me pasa.
Yo también me agoto.
Yo también pierdo la paciencia más de lo que me gustaría.
Yo también me hago trampas al solitario y asumo más cosas de las que querría.
Yo también me pierdo en la rutina y por momentos dejo de mi mirarme.
Yo también dudo.
Yo también lloro.
Yo también me enojo y me frustro.
A mí también hay cosas de la crianza que me desbordan.
Yo también doy comida no tan saludable a veces.
A mi también me cuesta pedir ayuda por momentos.
Yo también siento culpa y el peso de ciertos mandatos.
Hay veces que también tengo ganas de cerrar la puerta y salir sin rumbo.
Yo también extraño cosas de mi vida premadre.
Y además de todo eso también me acepto cada día e intento hacerlo (con mis luces y mis sombras) de la mejor manera para mi y para mi hija, de la manera más amorosa para nuestra familia.
Lo que he aprendido con el tiempo es que todo esto no me hace mala madre, ni mala psicóloga, ni mala pareja, ni mala amiga, ni mala nada… Aceptarlo, integrarlo, habitarlo me hace más humana.
Revisar y ser una eterna aprendiz.
Decirlo me ayuda, nos ayuda.
Por más vivencias reales compartidas.